Historias de Vida

Historias de Vida

Boletín No. 0001 Abril / 2020

“Todo lo que hagan, háganlo con amor”

Es el eslogan de Fundación Vozandes, y se refleja día a día en la actitud de amor cristiano que prevalece en todo el equipo humano del Centro Médico Vozandes Carapungo, al norte de la ciudad de Quito – Ecuador.

Anhelamos siempre dar la gloria a Dios y ser reconocidos como las manos de sanidad y misericordia de Jesucristo, bajo las cuales construimos relaciones con la comunidad y el medio ambiente.

Cada pequeño detalle es importante, una sonrisa, una palabra de ánimo, o una solución económica pequeña, hace la diferencia en un paciente con dolor y necesidad de salud.

Recuerdo cuando una jovencita acudió al centro médico con su madre, las dos estaban muy angustiadas, ella tenía la cara hinchada y su madre estaba desesperada porque habían acudido a otro centro de atención y le habían dado cita para después de tres meses.  Ellas no tenían dinero para la consulta. 

Inmediatamente luego de conocer esta situación y, gracias a la calidad humana de nuestros médicos y una ágil verificación de la condición económica de la familia, nos ocupamos de inmediato de cubrir el costo de la consulta médica.  Esto permitió a la paciente tener una aproximación a su diagnóstico y a su madre, la tranquilidad para acompañarla y cuidarla durante el tratamiento.

La Honra, la Gloria, la Alabanza y el Reconocimiento sea para Dios.

Germán Montenegro.

Demostrar el amor de Dios a través de nuestro servicio al paciente

En el área de Laboratorio contamos con unos pocos minutos para interactuar con nuestros pacientes mientras realizamos la toma de muestra para análisis.

Sin embargo he tenido la gran bendición de conocer a gente maravillosa y poder transmitir palabra de aliento de parte de Dios.

En estos años han venido varios pacientes que han dejado gratos recuerdos en mi corazón, como por ejemplo, la Sra. que vino a hacerse un exámen de control y al tomar la muestra se puso a llorar, no aguantaba más sus problemas familiares; ella me permitió darle un abrazo y orar por ella mientras nos abrazábamos.  

O la niña que tenía pánico a las agujas y no quería ni siquiera estar en el área de flebotomía, fuimos a un área más tranquila y tuve la bendición que conversar con ella explicándole que todos tenemos miedo, y eso está bien, pero que podemos ser valientes porque Dios nos acompaña aún en estas situaciones. Ella lo logró! Y pudimos hacer el exámen.

O el señor que necesitaba sacar sangre a un familiar, pero no podía bajarla del carro ya que era una paciente oncológica de más de 85 años, ella no podía moverse.

A pesar de esta adversidad pude tomar la muestra, el Sr. explicó que ella era su madrastra y él era el único que la ayudaba; me permitió animarlo y recordarle que Dios ve nuestras obras, aun cuando nadie más lo haga.

Definitivamente Dios nos recuerda cada día que su bondad y misericordia nos puede utilizar como un instrumento para servir a nuestros pacientes y a través de ellos nosotros también somos bendecidos.

Ma. Fernanda